lunes, 5 de diciembre de 2011

Malsonante

               Mañana. RUIDO. Mi poca, casi nula, tolerancia a “León” el mantonegro vecino. En este momento se guardó para sí el ladrido, puede que lo distraigan mis letras que dicen calma a las fieras. Pero no va que pasa un instante y el estrépito vuelve a irrumpir en la habitación y se escabulle en los vértices. Está ahí pero no me deja agarrarlo, se me burla. ¡Que lo parió! Lo que daría por un poco de silencio, por que la gente lo entendiera o al menos lo respetara. Lugar temido por la sociedad que se asusta al pensar que allí falta algo, que está inconcluso, por ser difícil de conocer o nombrar. Hete aquí que las distancias se ahondan, porque claro está, es preferible el mal sonar de parlantes con su música malsonante reproduciéndose a todo volumen en la calle o dentro de tu coche a el mal sonar de la memoria, la duda o la reflexión.

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